Tudela

Comenzamos en la Plaza Vieja de Tudela enfrente de la catedral, considerada monumento nacional desde 1884. Fue construida hacia el año 1180 sobre los restos de una antigua mezquita. Tiene tres puertas románicas, dos en los extremos del crucero y otra a los pies, la del juicio, en la que se representan escenas del juicio final en las arquivoltas. Las escenas son bastantes gráficas, merece la pena dedicarles un momento de atención. En el interior, destacan la imagen de Santa Ana, patrona de Tudela, la talla románica de la Virgen Blanca y el retablo mayor, que es de estilo hispano-flamenco. Aunque hay muchas más cosas que ver en el interior, recomendamos dejar tiempo para dar un paseo por el claustro, que acoge las ruinas de una mezquita del siglo IX.

En la misma Plaza Vieja, está la Casa Consistorial, construida sobre el antiguo ayuntamiento y el Palacio del Marqués de San Adrián, al que se accede por la calle Magallón. Es un edificio renacentista del Siglo XVI que recuerda a los palacios italianos.

Detrás, en la calle Rúa, se encuentra la Casa del Almirante que posee una balconada plateresca que resalta entre la de sus vecinas, más sencillas. Continuamos nuestro paseo por la calle que bordea esta casa, que es la calle Pasaje. Una calle estrecha con casas de dos o tres pisos como mucho; es fácil imaginar a los vecinos de antaño: a judíos, moros y cristianos, entre ellos tal vez, el Judío Tudelano Abenezra quien invento el número 0.

Si continuamos por la calle Herrerías llegamos a la calle Yanguas y Miranda que nos dejara en la Plaza de los Fueros. Construida en 1687, fue utilizada como plaza de toros y ahora es el centro neurálgico los tudelanos. En el mes de julio, desde un balcón de la Casa del Reloj, se dispara el cohete anunciador de las fiestas patronales en honor a Santa Ana. Por las noches y con motivo de estas fiestas hay diferentes espectáculos en los que cabe destacar “La Revoltosa”, es el baile típico de estas fiestas y ocupa uno de los actos centrales del programa. El baile en sí, consiste en dar vueltas al quiosco de la Plaza de los Fueros a toda velocidad mientras la banda de música, acompañada de los gaiteros, toca desde el interior del mismo. Los músicos son los encargados de ralentizar la marcha o incrementar la velocidad de los participantes.